Europa perdió el poder global que conservaba
de la guerra. Nació una "bipolaridad"
del poder encarnado por dos superpotencias: E.E.U.U. y U.R.S.S. Algunas
monarquías cedieron paso a regímenes republicanos: tales los casos de Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania
y Bulgaria. El "mundo comunista "extendió su influencia sobre Europa Oriental y los
Balcanes. Se planteó un nuevo conflicto
ideológico: por un lado los comunistas y, por otro, las democracias
occidentales. Nació la "era nuclear" y, paulatinamente, fue
imponiéndose un nuevo "equilibrio
del terror".
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